En tiempos prehispánicos, el valle de Tango era ocupado por caseríos familiares que se dedicaban a cultivar la tierra a través de un sistema de canales que fue perfeccionado con la llegada del imperio inca.
A estos últimos se les atribuye también un sistema de autodefensa bastante avanzado constituido por una fortaleza de piedra ubicada en los cerros de Chena, denominada “Pucará”.