Tras la fundación de Santiago, los terrenos son entregados por los gobernadores a sus más destacados servidores. Es así como en el año 1604, el Gobernador de Alonso de Ribera, otorgó una merced de 350 cuadras de Peucodañe al teniente Hernando Talaverano Gallegos (quien tras la muerte De Ribera lo sucedió como gobernador durante 10 meses, tiempo en que liberó a los prisioneros mapuches). En esta zona hubo otras importantes estancias como Curamapu (Peñaflor), de la familia Lisperguer; Malloco, de Domingo de Erazo; Pelvín, de Santiago de Azócar y Carrizal, de los Valdivia