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Alhué

Las laderas de los cerros de Alhué son ricas en oro, plata y zinc. Minerales que extrajeron primero los indígenas nativos y luego los incas, quienes también sacaban del Horcón de Piedra, una roca azul llamada dumortierita, parecida al lapizlázuli. 

El territorio estuvo bajo el mando del cacique Albalalgue hasta la llegada de los españoles, quienes liderados por Pedro de Valdivia fundaron Santiago el 12 de febrero de 1541. Una vez asentados en el Valle del Mapocho, el gobernador entregó grandes extensiones de territorios a sus soldados más leales.  

Según consta en los archivos de la Real Audiencia 1, el 11 de julio de 1546 Inés de Suárez recibió de parte de Valdivia, la zona de Alhué, con sus habitantes naturales que pasaron a ser sus peones y vasallos para trabajar la tierra. La mujer, figura relevante de la conquista, encargó a la Orden de Los Mercedarios la labor de evangelizar a los indígenas de estas tierras, que se instalarían en una finca denominada Santa Inés.

Al casarse en 1550, la merced de Inés de Suárez pasó al poder de su esposo, Rodrigo de Quiroga. Trabajaron los campos e introdujeron ganado a la zona que sirvió tanto para alimento como para la elaboración de productos en cuero. En el ámbito agrícola se inició la producción de vino, de hecho, según dicen los lugareños, Inés habría plantado la primera parra en el sector donde hoy se encuentra la plaza principal.

“Alhué es un pueblo hecho por los españoles, trazaron la plaza y las calles en manzanas. En cada esquina había una casa grande de adobe y el resto eran huertas, pero en 1985 se cayeron casi todas. Lo que es ahora el pueblo no tiene comparación con lo que había”, recuerda el sacerdote Gerardo Alkemade, quien por años fue párroco de la Iglesia de Villa Alhué.

El oro que tanto buscaron los primeros hispanos fue encontrado mucho tiempo después. En 1739 se descubrió un gran yacimiento del metal dorado, que generó el crecimiento del poblado a orillas del estero Alhué. Con estos recursos se construyó  la iglesia, además de los molinos para el trigo y los trapiches de molienda para pulverizar los minerales.

La actividad minera fue regulada por los decretos de los gobernadores (Manso de Velasco en 1745 y Domingo Ortiz de Rozas en 1752) que establecían las pautas para fundar las villas y la exigencia de contar con grupos de al menos “10 personas casadas” para levantar una fundición. Así, la localidad se hizo famosa por la calidad y abundancia de vetas de oro en los cerros vecinos (cuyos nombres aparecen en los documentos coloniales) como cerro Los Chinches, Las Ánimas, La Reina, Alto del Retamo, La Leona, Quebrada del Agua Fría y tantos otros que proporcionaron riquezas y desgracias a sus descubridores y dueños 2. Otros asentamientos mineros se instalarían en lo que se denominaría como Nuevo Reino, porque pensaban que el nombre Alhué era causa de los horrores que allí se cometían (la fiebre del oro trajo consigo muchos robos y crímenes, hechos atribuidos a la intervención Diablo) 3.

Las familias de El Asiento y el Nuevo Reino solicitaron al Gobernador Domingo Ortiz de Rosas que se fundara la villa, licencia que le fue otorgada el 19 de agosto de 1755, recibiendo por nombre Villa San Jerónimo de la Sierra de Alhué.

Alhué proviene del mapudungun Al (espíritu) - hue (lugar), que significa “lugar de espíritus” o de “alma de muerto” 4.

Otras fuentes indican que el nombre de la comuna se debe a una castellanización de Ulbalalhue o Albalalgue, el cacique que gobernaba la región al momento de la llegada de los españoles. “Ya relegado al olvido el nombre del jerarca de los naturales que los hispanos conocieron de oídas, el valle y serranías lo heredaron un tanto deformado o simplificado: Alue, Aloe, Algoe y finalmente Algüe” 5. 

También está la interpretación que señala que Alhué hace referencia a la especie vegetal Alhue-lahuen, planta conocida como salvia en Chile 6.

Alhué es una comuna ubicada al sur de la Región Metropolitana. Pertenece a la provincia de Melipilla y se ubica en un valle, entre el cordón de Alto de Cantillana y la Cordillera de la Costa. Limita con las comunas de San Pedro, Melipilla y Paine.

Su principal centro urbano es Villa Alhué, declarada zona típica y en donde destaca la Iglesia San Jerónimo (1764) una de las pocas edificaciones coloniales que sobrevivieron al terremoto de 1985 y de 2010.

La comuna de Alhué se divide en las localidades de Villa Alhué (centro urbano y de servicios), Hijuelas de Polulo, Población Inés de Suárez, La Línea, San Alfonso, Quilamuta, Santa María, Población Ignacio Carrera Pinto, Pichi, El Asiento y Talamí

Iglesia de Alhué. Fotografía de autor desconocido (Fuente: Educarchile).

Su comunidad de tradición campesina se dedica principalmente a actividades agrícolas, vitivinícolas y mineras.

A pocos kilómetros del casco urbano conviven viñedos con el yacimiento de la canadiense Florida Yamana Gold, la principal fuente de trabajo para los alhuínos según datos de la Oficina Municipal de Intermediación Laboral (2019). De la mina se extraen de manera subterránea los minerales de oro, plata y cobre.

Otra de las actividades económicas importantes es la producción de miel. De hecho Alhué fue la primera comuna del país en obtener el certificado de marca colectiva de miel, entregado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) a la Asociación de Apicultores “Mieles Altos de Cantillana”. Desde el año 2012 se celebra el día de la miel cada 6 de agosto.

Pese a la industrialización y al cambio social actual, en Alhué permanecen tradiciones como las trillas de trigo a yegua suelta, carreras a la chilena y rodeo y fiestas populares y religiosas como la quema de Judas y la Fiesta de Cuasimodo, que se realiza el domingo después de Pascua de Resurrección. Pero son las historias ligadas al Diablo las que provocan mayor curiosidad. El mito dice que fue en esta comuna donde nació Lucifer. Ya lo decía Oreste Plath  al narrar que  los nativos que se vieron enfrentados al poderío español se defendieron con toda serie de ritos e invocaciones al maligno, que habrían terminado con conquistadores desparecidos o muertos, y otros que aparecían con el corazón perforado y sin una gota de sangre. 

El año 2019 se decretó que la comuna se encuentra en emergencia debido a la escasez hídrica, provocada por la falta de precipitaciones y también -según denuncias de los vecinos- por las labores mineras que utilizan agua.

 

Pueblo Villa de Alhué
En 1983 el Ministerio de Educación declaró la Villa de Alhué como Monumento Nacional en la categoría de Zona Típica, por su apego a las tradiciones chilenas y el valor arquitectónico de sus construcciones que conservaban características coloniales. Sin embargo, tras los daños que dejó el terremoto de 1985, se decidió en el año 2008 modificar la declaratoria disminuyendo el alcance de la zona protegida.
- Descarga el Decreto Nº 125 (1983)
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Descarga el Decreto Nº 1521 (2008)
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Descarga el mapa de zona típica del CMN.

 
Iglesia San Jerónimo de Alhué
En 1753 se inició la construcción de la primera capilla en materiales de adobe, madera, y techo de paja. Sin embargo, ésta tuvo un carácter temporal. En 1764, se comenzó la construcción del actual templo el que fue levantado en cimientos de piedra bolón, muros de adobe, techumbre de madera y tejas de arcilla. Ha tenido distintas intervenciones, como la de 1835, cuando se demolió la torre de adobe y la de 1879 cuando se reemplazó  su tejado debido a filtraciones de agua.

Durante casi todo el siglo XX la Iglesia resistió el paso del tiempo, sin embargo los terremotos de 1985 y 2010 provocaron graves daños trayendo consigo dos procesos de restauración para mantenerla en pie. En su interior guarda un museo comunitario con artefactos típicos del campo chileno como arados y horquetas; patrimonio proveniente de la actividad minera y objetos que pertenecieron a los propios vecinos como planchas de fierro, telares, cubiertos de plata y máquinas de coser.

La campana original de la iglesia se encuentra en la casa de Isla Negra de Pablo Neruda, no habiendo una teoría confirmada sobre por qué fue trasladada. Según indican unas cartas del poeta publicadas por el diario El Labrador de Melipilla, “desgraciadamente esta campana nunca más volverá a tañer ni en Alhué ni en ninguna parte: me la vendieron con una trizadura mortal, con una rotura que la mantendrá siempre callada. Ninguna restauración le devolverá el sonido”. La Fundación Pablo Neruda encargó una réplica de la campana que fue entregada en una ceremonia especial a la iglesia el 13 de septiembre de 2009 7.

Hacienda Alhué
La vivienda de esta Hacienda data de la primera mitad del siglo XIX y perteneció al presidente de la Primera Junta de Gobierno, Mateo Toro y Zambrano. Desde aquí se administraba toda la actividad agrícola del predio. En el interior de esta casona patronal se mantienen antigüedades y mobiliario de época, junto a objetos y recuerdos de la familia. Tiene un patio central y un pequeño refugio para terremotos en su interior.  El año 2005 fue declarada Monumento Histórico.
- Descarga el Decreto Nº 11 (1974)

Riqueza natural
Altos de Cantillanca es un macizo cordillerano que se extiende a las comunas de San Pedro, Melipilla, Isla de Maipo y Paine. Aquí es posible encontrar bosques de roble, peumo y boldos, y en su ascenso, contemplar tanto la cordillera de Los Andes como la de la costa.

Otros de los atractivos naturales de la comuna son el Santuario de la Naturaleza de San Juan de Piche, el cementerio de piedras de Talamí y la Reserva Nacional Roblería del Cobre de Loncha.   

Existe un proyecto de la red de Parque Metropolitano de contar con un parque comunal que permitirá que cerca de 5 mil habitantes tengan un espacio de 15.457 m2 para realizar actividades deportivas, recreativas y de turismo.   

 

 

Se dice que Alhué es un pueblo encantado, que rondan los espíritus y que el mismo diablo habría nacido aquí. De hecho, una resfalosa escrita por Cristina Miranda -titulada "Diablito de Talamí"- y musicalizada por la folclorista Margot Loyola, recoge este mito:

"Dicen que el diablo nació
Entre Pichi y Talamí (bis)
No me hagai sufrir ahora
Si es cierto que me querís
Dice: Zapateado mi alma.
A la resbalosa el diablo
Diablito de Talamí
No me vengai con diabluras
Que en eso te la gano a ti".

 También en tierras de Alhué, nació el 12 de junio de 1849 el pintor Onofre Jarpa Labra. En sus pinturas se pueden apreciar paisajes de la zona central de Chile,  incluida una escena de su tierra natal.

En cuanto a libros,  Justo Abel Rosales escribió Los amores del Diablo en Alhué en 1895, en donde basado en un hecho real de un padre acusado de violar a su hija, creó el personaje de un demonio. 

En 1928, José Santos González Vera dio vida a la novela titulada Alhué, en donde relata la biografía de un niño talentoso, quien se refugia en el ensimismamiento para escapar de la rutina mortíferamente monótona de la aldea. En Alhué solo se escucha el "reloj de la pobreza": "[El que] cuando se oye en una casa, [en una aldea] los que en ella viven están como maldecidos. Van siempre para abajo..."; o se vislumbra la morada de las ánimas, donde todo está dormido: "En Alhué nadie tenía idea del porvenir. Los días no traían angustias, pero tampoco eran portadores de mensajes alegres. Llegaban y se extinguían sin ningún suceso. Y los meses, ... se hubiese creído que transcurrían de noche" 8.

Otro escritor, Omar Pérez Santiago, creó los cuentos Nefilim en Alhúe (2011) que tiene como protagonista a Aleister Bascuñán, un hombre que crea una tropa de zombies con ADN de Nefilim, cadáveres del cementerio y sangre de mujeres jóvenes.

Por su parte, el periodista Hernán Bustos Valdivia escribió en 1995 el libro Alhué, huellas de 5 siglos con la historia de los tiempos de la Conquista y en 1997, Los amoríos del diablo, que incluye narraciones de la comunidad y la transcripción del expediente que dio origen a la obra de Justo Abel Rosales.

En un tema más anecdótico, el académico de la Universidad de Valparaíso, Cristián Cofré, sostiene que de acuerdo a documentos del Archivo Nacional Histórico, en 1717 se realizó un inventario de bienes a raíz de la muerte de Bartolomé Pérez de Valenzuela, un estanciero de Alhué. Al revisar los materiales y construcciones del campo para dividirlos entre los herederos, se encontró con una particular  sorpresa. En la bodega de la viña habían tinajas de vino y 25 botijas de pisco, lo que abre la teoría de que el destilado sería original de Chile y no de Perú 9.  

 

 

 

Descarga y revisa la información disponible:

Libros e investigaciones:
- Los amores del diablo de Alhué de Justo Abel Rosales (Memoria Chilena). Cuentos populares entre 1882 y 1900.
- Sinopsis de libros: Alhué de José Santos Gónzalez Vera (Video Obolobo Tv).
- Cuadernos de Historia: Alhué y sus fundadores hacia 1752 de Rodrigo Pérez Macías. Año 2017.
- Viña, alambiques y “veinticinco botijas de pisco” Alhué, 1717 de Cristián Cofré León y Daniel M. Stewart. Año 2020.


Sitios web:
- Municipalidad de Alhué

- todomelipilla.cl
- Museo de Alhué
- Radio Alhué
- Reporte comunal Biblioteca del Congreso Nacional de Chile


Videos:
- Documental Alhué, Proyecto GEF Comunidades Mediterráneas Sostenibles, desarrollado e implementado por el Ministerio del Medio Ambiente y el PNUD. Cerebro Audiovisual. Año 2021.
- Alhué, un tesoro de miel, documental de Fundación Superación de la Pobreza, Servicio País. Año 2019.
- Alhué la dignidad de la memoria, documental de Pamela Chovan (Museo de la Memoria y los Derechos Humanos). Año 2018.
- Alhué, paraíso de tradiciones, documental que aborda el radioteatro del grupo Las Chonchonas. Chamuco Films. Año 2017.
- Documental Alhué Paisaje de Conservación. Proyecto GEF Comunidades Mediterráneas Sostenibles, desarrollado e implementado por el Ministerio del Medio Ambiente y el PNUD. Año 2016.
- El Paso Ancestral a la Villa Alhué, video investigación de Alexis López Tapia. Año 2014.

 

  1. Archivo de la Real Audiencia Nº 1.000, Juicio de los Mercenarios contra Rodrigo de Quiroga.  
  2. Cuadra, W.; Arenas, M. (2009), Oro Colonial: De almas, diablos y tesoros. Revista Minería Chilena. 
  3. Martínez, L.; Díaz, C. (2016), Iglesia de Alhué. Lo que no vemos. Iglesias de Santiago: Un lugar de encuentro con nuestro patrimonio.
  4. Grau, J. (1998). Voces indígenas de uso común en Chile. Santiago: Eds. Oikos.
  5. Bustos, H. (1995). Alhué huellas de 5 siglos. Santiago: Villaseñor Impresores.
  6. De Mösbach, E. (1992) Botánica indígena de Chile. Santiago: Editorial Andrés Bello.
  7. Martínez, L.; Díaz, C. (2016), Iglesia de Alhué. Lo que no vemos. Iglesias de Santiago: Un lugar de encuentro con nuestro patrimonio.
  8. Hozven, R. (2005). Los mitos de Chile de Sonia Montencino: Relectura de Alhué de González Vera. Revista Chilena de Literatura, número 66.
  9. Cofré, C. (2020). Viña, alambiques y “veinticinco botijas de pisco”. Revista RIVAR Universidad de Santiago.