A mediados del siglo XIX, los hacendados que habitaban los actuales terrenos de Buin reclamaban la conformación de una ciudad. Tal era su interés en ello, que José Molina, Luis Goycolea y Francisco Lafrebre estuvieron dispuestos a ceder parte de sus propiedades para que se forme la comuna.
Según describió el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, la planta de la villa es la de “una ciudad perfecta”, con 44 manzanas cuadradas y calles anchas. “Existe una plaza, punto céntrico de todas las manzanas que están surtidas de agua corriente trayéndola del Maipo por el canal de Pachecano, i una alameda i una cancha de carreras, que deja algunos pesos a la Municipalidad de Rancagua (…) no hai motivo alguno de vacilación para fijar en ella la cabecera de un futuro departamento” indicaba en su libro La visita sobre la provincia de Santiago 1. Es así como los terrenos donados sirven para dar a espacio a plazas, avenidas, la iglesia, un mercado, un cementerio y una Casa Consistorial.