Casa Ossa / Casa de la Cultura de Ñuñoa

Monumento Histórico desde 1973

El origen de la comuna de Ñuñoa se encuentra en esta antigua vivienda de verano que perteneció a Gregorio Ossa y Cerda, quien era dueño de la chacra San Nicolás. Hacia 1860 decide remodelar su casa patronal, contratando al arquitecto Manuel Aldunate para levantar un nuevo edificio, inspirado en la arquitectura inglesa colonial.

  • Historia

    El estilo de la Casa Ossa se ve realzado al incorporar cinco bow-window, amplios corredores, terrazas y un mirador muy decorativo, desde donde era posible apreciar toda la chacra.

    El interior del inmueble se organiza en torno a un hall que cruza la planta de norte a sur, con pavimento de mármol blanco, muros con pilastras y una fantástica escalera principal de madera y fierro, rodeada de columnas corintias. El ala poniente se destinó a recibos de grandes dimensiones, un escritorio y la cocina; mientras que en el ala oriente se ubicó una salita y cinco dormitorios. El segundo nivel tenía un pequeño hall, dos salas de baño y seis dormitorios, además de una pequeña escalera de caracol desde donde se accedía a la mansarda y el mirador.  La casa se rodeó de un hermoso parque, delineado con senderos, esculturas y “parterres”, incluyendo además una gran pileta de fierro de la firma francesa Val D’Osne.

    A fines del siglo XIX, Ossa comenzó a urbanizar algunos sectores de la chacra con el fin de contribuir en la formación de una nueva comuna. Labor que continuó el siguiente propietario, José Pedro Alessandri -hermano de Arturo, el Presidente- quien rebautizó el lugar como Santa Julia de Ñuñoa, en honor a su esposa, Julia Altamirano. A él se le debe también un nuevo plan de urbanización que incluyó la apertura de la avenida Macul, para construir chalets y nuevas edificaciones de corte moderno. Por este motivo, hoy esta importante calle lleva su nombre.

    Los Alessandri habitaron la propiedad hasta 1952, momento en que la familia lotea parte de los terrenos colindantes a la residencia, conservando una franja de los jardines para formar un área verde abierta al público, hoy conocida como Parque Juan XXIII. Mientras tanto, la vivienda fue donada a la Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, que instaló ahí la Casa de la Cultura y la Biblioteca Municipal Gabriela Mistral, cuya labor se mantiene en la actualidad.

    En el año 1973 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional.

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