Palacio Alhambra

Monumento Histórico desde 1973

Su estilo nazarí es un caso excepcional en la arquitectura chilena y latinoamericana. Fue encomendado por Francisco Ignacio Ossa, importante industrial minero, dueño de las minas de plata de Chañarcillo y fundador de la Viña La Rosa, una de las más antiguas del país. Contrató al arquitecto Manuel Aldunate, y aprovechando una beca otorgada por el Estado chileno que lo enviaba a perfeccionarse a Europa, le pidió visitar La Alhambra de Granada, para inspirarse, realizar los planos y traer consigo los materiales necesarios que utilizaría en la construcción de un inusual palacete arabesco en la calle Compañía.

  • Historia

    El edificio recoge el tradicional esquema de la casa colonial de tres patios en su distribución, conformándose una fachada de dos niveles hacia la calle, que reúne elementos de la arquitectura árabe como el arco de herradura del portal y la loggia del segundo piso, inspirada en el mirador de La Alhambra; además de yesería de tipo cúfica y ataurique.

    El ingreso se hace a través de un zaguán, profusamente decorado, al que dan salones pintados completamente con motivos de La Alhambra, desembocando en un patio central, con muros policromados a media altura y realzado por un peristilo. El salón principal sorprende por el cuidado manejo ornamental de sus muros, que incluyen azulejos, estucos de vivos colores, cielos pintados, puertas con vidrios de distintos tonos, pavimento de baldosa hidráulica, espejos y una cúpula central con claraboya. De este salón pendía una espectacular lámpara de bronce y piedras rojas, que lamentablemente fue robada el año 2020.

    El señor Ossa no alcanzó a ver el palacio terminado, murió en 1864. Lo adquiere entonces el político y agricultor Claudio Vicuña Guerrero, quien se encargó de finalizar los trabajos ornamentales de toda la mansión y de su mobiliario. Lo inauguró en 1877 con un baile de fantasía, al que asistieron más de 300 personas.

    En 1891, Claudio Vicuña fue elegido sucesor del Presidente Balmaceda, y a raíz de la revolución, debió huir de su casa junto a su familia. El edificio fue saqueado, destruido y utilizado como cuarte militar de los congresistas.

    En 1902 el filántropo Julio Garrido Falcón lo adquiere y lo restaura lentamente, hasta devolverle su antiguo esplendor. Vivirá con su familia más de 30 años, hasta que en 1940, sabiendo de la importancia del edificio y de la necesidad de los pintores nacionales por contar con un espacio propio de exhibición; decide donarlo a la Sociedad Nacional de Bellas Artes, entidad que lo conserva hasta hoy.

Mapa
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