Palacio Bruna

Monumento Histórico desde 1995

En 1917, el industrial salitrero Augusto Bruna adquiere un terreno en la calle Merced, epicentro de las nuevas urbanizaciones surgidas en torno al moderno Parque Forestal. 

Con la idea de construir una vivienda cómoda donde vivir junto a su esposa Camila Sampaio y su familia, contrata al joven arquitecto Julio Bertrand Vidal, recién titulado de la École de Beaux Arts de París.

  • Historia

    El presupuesto consideró $500.000 pesos de la época para levantar un cómodo chalet, pero fue tal el entusiasmo que puso Bertrand en el proyecto, y quedó tan hipnotizado el señor Bruna, que el costo se disparó hasta tres veces. El palacete excepcional es considerado por algunos como el último en su tipo que se construyó en Santiago. 

    Bertrand imaginó un edificio de estilo italiano, muy sobrio y monumental, realzado por una fina guirnalda con querubines que recorren todas las fachadas; y armonizado por el juego de terrazas y loggias que diseñó para obtener diferentes vistas del parque y la ciudad. 

    El interior no es menos destacable. Su acceso se hace a través de un foyer de doble altura de inspiración Art Déco, decorado con placas de mármol blanco, negro y ónix; e iluminado por una claraboya circular. Los salones tienen interesantes molduras de inspiración francesa, y se hace imposible no mencionar los enmaderados del escritorio principal, los coloridos vitrales del Jardín de Invierno o la antigua Sala de Billar, en estilo Renacimiento, completamente enmaderadas, con vigas talladas y cielo abovedado. 

    Además sorprende la factura de los elementos ornamentales utilizados, herrerías, pavimentos, mármoles, ónix, molduras, vitrales y maderas trabajadas, muchos de los cuales, fueron realizados por alumnos de la Escuela de Bellas Artes.

    El palacio además incluyó un enorme jardín, con estructuras como piletas y pérgolas; un pabellón de portería y una llamativa cochera con forma de castillo medieval.

    Desafortunadamente, una mala estrella parece haberse posicionado sobre la casa: en 1918, víctima de una fulminante tuberculosis, muere el arquitecto Bertrand sin ver terminadas las obras. Serán finalizadas por su amigo y camarada en el Grupo de los X, el poeta Pedro Prado.

    En 1921, una vez finalizado el palacio, la crisis del salitre afecta de tal manera las finanzas del señor Bruna que se ve obligado a vender su querida casa sin siquiera poder usarla. Pasará a nuevos propietarios, siendo el más duradero, Estados Unidos, país que establece ahí la residencia del embajador y su consulado hasta 1995. Ese mismo año es declarado Monumento Histórico y lo adquiere la Cámara Nacional de Comercio, que lo restaura y amplía el tercer nivel del palacio, siguiendo las líneas arquitectónicas originales.

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